¿Que encantos tiene esta bella ciudad que a todos nos atrapa y envuelve
con misterios...
Al llegar frente a la Torre del Reloj y ver sus muros envejecidos, que, silenciosos hablan de un pasado histórico y cuentan de retazos de tesoros, galeones sumergidos, mar celeste, arquitectura de cuatro siglos que esplende airosa entre el devenir diario de los transeúntes coloridos, a la oferta cantada de algún recuerdo atrapado en papel de celofán...que misterio guarda celosa ésta bella Cartagena?
Calamarí, así la llamaron sus primeros habitantes, tierra de cangrejos,
vista desde el aire la tierra tiene forma de tenazas que erizan el agua.
Cruzar las Plazas de Cartagena es hacer un largo viaje al pasado.
Traen a mi memoria lo que había leído, el antiguo bazar de africanos esclavizados, cuando Cartagena era el principal puerto del comercio de negros en el Siglo XVII.
La alegría de los morenos , mestizos y criollos que circulan por Cartagena, habla de lo fuerte y resistente que ha sido su cultura de supervivencia a la hora de sortear dificultades en el pasado, al sentir sus cuerpos marcados a fuego candente y al crujir de las carimbas.
El sonido de los tambores se hace sentir en el aire cartagenero como repitiendo un epitafio.....resistimos y continuamos con los rituales de las religiones de origen.
Haciendo honor a sus deidades, soportaron todo y mas, aferrados a un código de comunicación con sus parientes africanos.
Y a pesar del Tribunal de la Inquisición que ejerció su poder por 212 años sojuzgando y condenando toda expresión distinta a la cultura española.
Al verlos pasaban en mi mente las imágenes de aquellos esclavos, tambor en mano rebelándose y celebrando la vida a pesar de todo.
El escultor Eladio Gil erigió la emblemática "India Catalina", una metáfora de la belleza de la mujer cartagenera. Cuentan que nada tiene que ver la obra, con la india de la historia, sino al encanto de las mujeres cartageneras en su mestura de razas de gran belleza y seducción.
Razas negras, indígenas, europeas se mezlan y dan origen a la gran diversidad y encanto de sus pobladores.
No todo es amargo en la historia
en cada rincón nos encontramos con los puestos
de las delicias dulces cartageneras, cabellitos
de ángel de papayas,alfajores con ajonjolí, bocaditos de guayaba, plátanos maduros, muñequitas de leche, melcochas de panela, cocadas blancas y coloridas, frutas sabrosas y frescas.
Traen al presente la novela de Gabo, ", El amor en los tiempos del cólera", en uno de estos rincones dulces, Fermina Daza se detiene y compra maravillas de coco y piña para Florentino Ariza.
Las dulceras han seguido por generaciones las tradiciones en una sintesis de sabores de las Antillas y el Caribe.
M.L